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sábado, 13 de diciembre de 2008

RESACAS DE AMOR, AUTOCANIBALISMO

Articulo publicado en el Diario El Correo y dedicado a
Daniel Garcia
Gracias maestro
Juan Bas
En plena resaca del amor caes en un estado de auto canibalismo espiritual. El alma enferma se come el corazón.
Las dietas de adelgazamiento basadas exclusivamente en alimentarse con proteínas vegetales brindan un símil físico de ese auto canibalismo anímico. Tras un periodo a base de esa insuficiente dieta vegetariana, el cerebro, necesitado de proteínas animales y ácidos, los obtiene primero de las células musculares del corazón.
El organismo, tu propio cuerpo, sabe que cuando te embarcas en una aventura amorosa pasa como con la película de la vida, que siempre termina mal: se muere el protagonista. La prueba es que en estado preorgásmico la presión arterial y la frecuencia cardiaca son las mismas que si te atacara el ‘Leatherface’ de ‘La matanza de Texas’ con la rugiente sierra mecánica en ristre. El amor y el estrés tienen la misma respuesta fisiológica.
Y la respuesta conductista a la resaca del amor de un neurótico agudo ― y ‘gourmet’― puede resultar aún más extravagante que convertirse en un herbívoro radical.
A don Faisán le soltó de sopetón su novia, la señorita Becada, que daba por terminada la relación. Lo hizo casi al final de una cena en pareja en el excelente restaurante Zortziko, de Bilbao. Por fortuna para el índice de azúcar en sangre de Faisán, fue antes de pedir los postres. Me explico.
El señor Faisán sufrió un trauma por el inesperado abandono y de algún modo aquella cena quedó congelada en el tiempo, perpetuada en su mente. Desde entonces, lo único que come, una vez al día, es lo que cenó con la señorita Becada la noche de autos.
El Zortziko es un restaurante de cocina creativa debida a un gran cocinero, Daniel García. Faisán pidió aquella noche tres estandartes de la carta: copa de ‘foie’ en ‘gelée’ de tempranillo con pera caramelizada, ostras crocantes sobre migas crujientes y pichón a las cinco cocciones; regados los dos primeros con champán Ruynart y el pichón con tinto Roda I.
Daniel le hizo a Faisán un precio especial y le reservó a perpetuidad una mesa. Y como además es un buen hombre, le enseñó a cocinar los difíciles platos para que sobreviviera cuando el restaurante cerró por vacaciones. Por supuesto, Faisán tiene el colesterol por las nubes y es firme candidato a un cáncer de colon. Peor hubiera sido en McDonald’s.
Firmado Juan Bas

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